CAZATESOROS

 

               CAZATESOROS

 

Aquella noche, Jazmín de 40 años, estaba tan cansada que se fue a dormir a las 22 horas y entonces todo sucedió:

 

En el instituto en el que había cursado sus estudios cuando era adolescente, un día, una cazatesoros, dio una charla de como era su profesión, pero al despertar para alegría de la Jazmín adulta, tomó la determinación de seguir sus pasos con lo cual  fue a avisar a sus padres aquella mañana a la hora del desayuno.

Quien tomó la charla fue Jazmín-Papá, mamá, no os molestéis en pedirme que vaya a la universidad, ya ha llegado mi época de que empiece a trabajar-

-¿Y qué has decidido empresaria, decoradora de interiores?

Le interrogaba su padre con pericia a la  par que desprecio.

-Puede que eso de bastante dinero, pero no soy tan pija-Le contestó rotunda su hija.

-Entonces...-Quiso saber su madre.

-Yo hace mucho que tengo claro que voy a ser cazatesoros-Les manifestó ella tajante.

Su padre mofándose de ella apuntó-¿Y por dónde vas a empezar por los tesoros de la Atlántida?-

-Hasta un mindunguis como tú, sabe ver mis metas-Lo insultaba Jazmín, orgullosa.

Mientras que su madre feliz de que siguiera los pasos de la familia materna aseguraba-Cariño, con eso mantendrás una alta reputación y pondrás el listón demasiado alto para las siguientes veces ¿No?-.

-Depende de lo que busque y de la dificultad de encontrarlo-Le contestaba convencida Jazmín a su madre ya que sabía de sobra que ella se enorgullecería de su hija.

-Perfecto.

Ahora te aconsejo como cazatesoros que no confíes en nadie y que emprendas tu búsqueda cuanto antes, para que nadie se te adelante-Le resumía su madre profesionalmente.

En su gran galeón, Jazmín partió a la Atlántida y una vez llegó se sumergió con el barco submarino pilotándolo hasta enormes profundidades marinas.

Fue allí donde encontró lo que andaba buscando:

 

La ciudad sumergida cubierta de oro, tritones, sirenas, tesoros escondidos por doquier... pero como no, el mayor de los tesoros lo tenía un tritón que mirándola a los ojos se quedó con su corazón.

Desde entonces, notó una cola emergiendo a ras de su cintura de varios colores y ahí lo supo todo.

Los que siempre había tenido por padres no eran biológicos sino adoptivos y su madre desde bebe siempre la apoyó, con lo cual, una duda se cernía ante ella-”¿Qué debo hacer ahora?”- pensaba ella.

Alex, que así se llamaba el tritón, le transmitía telepáticamente-Ella es tu madre biológica, así que solo tienes que llamarla al igual que estamos hablando tu yo”.

Y así lo hizo Jazmín “Mamá, quiero vivir contigo en la Atlántida, para verte siempre.

No te mereces al imbécil de tu marido”.

“El que tú has tomado hasta ahora por tu padre y mi marido no es nada nuestro”-Le aseguraba su madre, tras lo cual añadió “Estoy de camino donde tú te encuentras, espérame”.

-¿Dónde vas mujer?-quiso saber su pareja.

-Al supermercado a comprar unos yogures y la comida de hoy-Le comunicaba ella, en tanto pensaba” la llevas clara si crees que voy a volver contigo”

Al final del día madre e hija en su entorno natural llegaron a reunirse juntas y enamoradas de hombres que  de verdad merecían la pena.

 

                             FIN




                    ANA MARÍA GRANDE

Comentarios

  1. Hola, muchas gracias por tu relato, está muy bien hecho y me agradó un montón Ana María

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